Luego de semanas de posiciones encontradas y fuertes ataques como parte de esta segunda ronda electoral, en los últimos días han estado viniendo algunos recuerdos a mi mente. Por ejemplo, el Mundial de Fútbol de Brasil, cómo ante los triunfos de la Selección nos abrazábamos en plenitud de orgullo patrio y una sensación de identidad y unidad como costarricenses; sin importar quien fuera la otra persona, su religión, clase social o su partido político.
Además, de las veces que nos ha tocado enfrentar emergencias por causa de fenómenos naturales como terremotos, huracanes o tormentas. De cómo nos nace con tal fuerza ese sentimiento de solidaridad que nos hace movilizarnos con tal de ayudar a quienes sufren más afectación, para que no les falte nada, para mantener su dignidad intacta; sin importar su etnia, nacionalidad o sexualidad.
Estas elecciones nos han permitido ver con claridad otras facetas de nuestra idiosincrasia. Esto, sin duda alguna, debe ser tema de análisis permanente y de toma de decisiones para la agenda social de este país, particularmente de la ciudadanía que queremos construir de ahora en adelante. Nuestra sociedad discrimina, niega derechos, impone la voluntad de la mayoría sobre las minorías, acepta cuando le dicen que hay personas y familias de primera y segunda categoría, no entiende de los rudimentos de la convivencia ciudadana en un sistema democrático ni para qué sirve o cómo funciona la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Una gran parte no sabe reconocer cuando enfrentamos un peligro.
Uno de los partidos políticos que puede llegar al poder es de corte neo pentecostal, una postura reconocida por su machismo, su ímpetu autoritario e impositivo, y por ser impulsada en Latinoamérica por grupos muy poderosos económicamente para, mediante el mercadeo de la fe y la teología de la prosperidad, sumar masas de personas a la lógica del capitalismo neo liberal, cuyas políticas económicas empobrecen aún más a quienes menos tienen. Su modus operandi es un atentado contra la dignidad del ser humano. ¿De qué no serán capaces una vez en el poder?
Este partido representa la incursión en nuestra vida política de las transnacionales de la fe. La presencia del neo liberalismo criollo es evidente. Su irrespeto a los derechos humanos y su objetivo de gobernar con base en una interpretación fundamentalista de los textos bíblicos, es un atentado contra nuestro sistema democrático y nuestro Estado de Derecho.
Estamos frente a una amenaza sin precedentes. En estos momentos, debemos anteponer al país y defender lo mejor de nuestra tradición democrática y civilista, los grandes logros históricos que han sido resultado de la lucha y el sacrificio de muchísimas personas. No podemos poner tanto en riesgo; debemos dejar atrás posturas pasionales ante esta coyuntura.
Es fundamental superar revanchismos políticos y posiciones partidarias para enfocarnos a dimensionar los riesgos de un gobierno de un partido de estas características. Sus líderes han sido claros al afirmar que no todas las personas tienen los mismos derechos en este país, que hay personas a las que consideran enfermas por causa de su sexualidad, aunque la ciencia no lo considere así.
Han indicado que transformarán al Instituto Nacional de las Mujeres en el Instituto de la Familia, claro está, para detener el avance de los derechos humanos de las mujeres. El neo pentecostalismo se opone a toda lógica del respeto a los derechos humanos y la dignidad de las personas, al tener como objetivo fortalecer los principios patriarcales y capitalistas que interesan a poder económico. Además del costo económico, es vital que dimensionemos el costo social que intenciones como esta pueden tener para cada una de las personas que habitamos este país. Hay gente que no cae en cuenta de cómo esto le puede afectar directamente, o bien a sus seres queridos. Recordemos que recientemente, en una sola semana murieron tres mujeres por causa de la violencia machista.
Debemos asumir nuestra responsabilidad como ciudadanía, leer e informarnos sobre lo que los gobiernos neo pentecostales han hecho en otros países de Latinoamérica. Pensemos en términos de unión y hermandad, asumamos el compromiso de luchar para que este país siga siendo ejemplo a nivel internacional por su tradición y su vocación democrática.
Hoy nuestro país nos necesita a cada quien por igual. Que sea una vez más el amor al prójimo, la sensación de sabernos una gran familia, la unión, el orgullo patrio y la solidaridad que nos heredaron nuestros antepasados lo que nos lleve a tomar la mejor decisión este primero de abril.
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