Transpersonal quiere decir “más allá de la persona”. Este enfoque psicológico postula que el ser humano posee un componente que le transciende, que lo hace ser algo más que un organismo biológico, psicológico y social. Se fundamenta en la Filosofía Perenne, que trata sobre la posibilidad del encuentro del ser humano con Dios, y que ha llegado, a través de las épocas y en distintas partes del mundo, a una conclusión sobre algo esencial: el espíritu existe.
Desde esta óptica, mucho del sufrimiento, la angustia y el vacío existencial que tanto nos agobian en nuestros días, tienen su origen en que olvidamos, o no nos damos cuenta de que en realidad somos seres espirituales. Puede que lo hayamos escuchado y hasta repetido muchas veces, pero no es lo mismo que vivirlo con certeza, como un punto de partida en nuestra vida. Debemos recordar que desde niños(as) creamos una identidad personal basada en el hecho de ser hombres o mujeres, en nuestra clase social, en fin, en el cúmulo de nuestras experiencias de vida. También, que vivimos en una sociedad que privilegia la posesión de bienes materiales, el estatus y el poder sobre el desarrollo de virtudes tales como la compasión, la tolerancia, el respeto y la solidaridad. Cuando llegamos al punto de identificarnos con la parte material de nuestro ser, y a creer que eso es todo lo que somos, empezamos a experimentar sus consecuencias: vacío, aburrimiento y sentimientos de falta de sentido de nuestra vida, entre otros.
Esta perspectiva psicológica dice que no podemos llegar a convertirnos en seres completos si no nos abrimos a ese componente espiritual, dándole el lugar adecuado en nuestras vidas. Muchos místicos cristianos han dicho que desde lo espiritual es que somos capaces de distinguir lo pasajero de lo trascendental, lo trivial de lo importante, de vivir de forma armónica, con sentido y dignidad. También, de tomar conciencia sobre el por qué y para qué estamos aquí. Implica un mejoramiento en nuestra calidad de vida fundamentado en un cambio en nuestro sistema de valores, lo que hace que desarrollemos actitudes amorosas y respetuosas hacia nosotros(as) mismos(as) y hacia todo lo que nos rodea. En una época en que la racionalidad no ha bastado para detener el curso destructivo de la humanidad, la vuelta hacia la búsqueda de lo trascendental aún sigue siendo válida y esperanzadora.