Masturbación

La masturbación es una expresión propia y natural de la sexualidad humana. A pesar de ello, giran en torno a ésta una serie de mitos y distorsiones, probablemente asociados a la prohibición que se ha hecho de la misma desde hace muchísimo tiempo, principalmente por parte de las instituciones religiosas.  Si bien dicha prohibición ha recaído sobre hombres y mujeres, encontramos algunas diferencias.

Dado que los hombres son “más sexuales” que las mujeres, es decir, que experimentan una “mayor necesidad sexual”, sigue siendo común escuchar decir que si alguien la practica demasiado puede volverse “loco”, debilitarse física y psicológicamente e incluso que a quien la practica le pueden salir pelos en la palma de la mano (lo que le delataría frente a los(as) demás sobre su “vicio secreto”).  Claro, estamos hablando de hombres adolescentes o solteros, puesto que “una vez que un hombre decide casarse ya no necesita más de masturbarse…” (sin duda otro tema tabú sobre el cual conversar largo y tendido).

En el caso de las mujeres, dado que se parte del estereotipo de que por su “naturaleza” experimentan menos deseo sexual,  la masturbación adquiere una dimensión moral: una adolescente o una mujer “respetable”  y “decente” no explora su cuerpo en búsqueda de placer, ni se apropia de su  sexualidad para ejercer control de la misma. En este sentido, es importante recordar que se nos ha enseñado que el responsable por el placer sexual de la mujer es el hombre.  Aunque de manera diferente según el sexo, lo cierto es que en ambos casos podemos encontrar sentimientos de vergüenza, culpa y miedo en torno a la masturbación.

Lo importante es tomar conciencia de que esta práctica no solo es totalmente natural, sino que también es necesaria para el debido autoconocimiento. La masturbación permite a la persona explorar y conocer sus propias capacidades y potenciales sensitivos, conocer mejor su cuerpo y la dimensión erótica de su personalidad: el sexo es, sin duda, una de las maneras más satisfactorias, e incluso trascendentales,  de expresarnos… Además, nos permite lograr una mayor intimidad y disfrute cuando compartimos sexualmente con otras personas.  No olvidemos que nuestro cuerpo nos pertenece, que es nuestro vehículo y que somos responsables de darle el mejor uso posible…

Disfunción eréctil

La disfunción eréctil es la incapacidad de obtener o mantener una erección el tiempo suficiente para lograr una relación sexual satisfactoria.  En la actualidad se calcula que afecta a más del 50 por ciento de los hombres entre los 40 y 70 años, y aproximadamente al 70 por ciento de los que sobrepasan los 70 años.  Las causas de la disfunción eréctil pueden ser clasificadas en dos grupos: orgánicas y psicológicas.  Las causas orgánicas y los factores de riesgo de padecer una disfunción eréctil incluyen problemas vasculares, diabetes, hipertensión, disturbios neurológicos como la esclerosis múltiple y el alcoholismo crónico. A estos se añaden un consumo importante de tabaco, traumas a nivel de pelvis y lesión de la columna vertebral, anomalías hormonales y otras condiciones médicas y quirúrgicas.  Por su parte, las causas psicológicas de la disfunción eréctil incluyen factores como el estrés, la ansiedad, la depresión y la relación con la pareja.

Asociados a estos, existen factores vinculados con la forma en que se construye la sexualidad masculina, la que por lo general contiene una serie de mitos y estereotipos. Entre estos encontramos que el hombre sexualmente potente es aquel que posee un pene grande, que siempre tiene deseo, que logra satisfacer plenamente a su pareja y que es capaz de pasar toda una noche teniendo relaciones sexuales, entre muchos otros. No son pocos los casos en que dichas ideas –que pueden generar múltiples inseguridades- se traducen en una carga psicológica tal que puede imposibilitar la erección. Tampoco debe descartarse experiencias traumáticas y conflictos no resueltos en torno a la sexualidad.

En resumen, la erección también depende de una respuesta psicológica apropiada a la estimulación sexual. Ambas causas, orgánicas y  psicológicas podrían presentarse juntas, por lo que es de suma importancia tomarlas en consideración a la hora de buscar ayuda profesional. A pesar de que la disfunción eréctil es tan común entre los hombres, se calcula que menos del 10 por ciento de quienes la sufren consultan con especialistas, una señal más de los enormes prejuicios y temores que, de forma oculta y silenciosa, se viven en la sexualidad masculina.

Cómo encontrar la pareja ideal

Días atrás una mujer joven me preguntó si en realidad existe la pareja ideal, y qué se debe hacer para encontrarla. Para contestar a esta pregunta, es importante empezar por definir qué es lo que se busca en una pareja. En términos psicológicos, lo sano es concebir a la pareja como aquella persona con la que vamos a compartir diferentes aspectos de nuestra vida en términos de solidaridad, respeto, confianza, amor e intimidad. En una relación sana, los miembros se convierten en acompañantes durante el tiempo que esta dure; compenetrándose, pero sin perder los debidos márgenes de libertad e individualidad.

Sin embargo, también hay otras razones por las que se busca una relación, como tener a alguien que nos brinde la seguridad, el afecto, el apoyo y la aprobación que no sabemos  darnos a nosotros(as) mismos(as). Es a partir de esta situación  que se empieza a idealizar a la pareja, la cual deberá ajustarse a la serie de expectativas que la persona posea. En ocasiones, las exigencias pueden ser tan altas que ninguna persona pareciera cumplir con ese perfil que se busca, lo que hace que se pierdan oportunidades de conocer a personas sumamente valiosas.  Por otra parte, cuando alguien ha esperado durante mucho tiempo, tiende a generar una serie de pensamientos distorsionados al respecto, como “nunca voy a encontrar a alguien que cumpla mis expectativas,”  “siempre que alguien me interesa no me da la oportunidad de conocerle” o “siempre hago algo mal porque alejo a las personas que me atraen.” Estos pensamientos se acompañan de emociones como inseguridad, ansiedad y temor al rechazo, las que probablemente harán que la persona fracase en un nuevo intento por conocer a alguien; reforzando así la “veracidad” de los mismos y creándose un círculo vicioso.

La pareja ideal en realidad no existe, ya que nadie es perfecto o puede adecuarse totalmente a los anhelos de otra persona. Lo que sí es posible es construir una relación sana y productiva. Para lograr esto, el primer paso que hay que dar es fortalecer las habilidades para procurarnos seguridad, afecto y confianza, y tratar de no idealizar. Muchas veces, cuando se deja de buscar –y aunque parezca contradictorio- se está más abierto y dispuesto a conocer a quien podría convertirse en nuestra pareja.

Psicología Transpersonal

Transpersonal quiere decir “más allá de la persona”.  Este enfoque psicológico postula que el ser humano posee un componente que le transciende, que lo hace ser algo más que un organismo biológico, psicológico y social. Se fundamenta en la Filosofía Perenne, que trata sobre la posibilidad del encuentro del ser humano con Dios, y que ha llegado, a través de las épocas y en distintas partes del mundo, a una conclusión sobre algo esencial: el espíritu existe.

Desde esta óptica, mucho del sufrimiento, la angustia y el vacío existencial que tanto nos agobian en nuestros días, tienen su origen en que olvidamos, o no nos damos cuenta de que en realidad somos seres espirituales. Puede que lo hayamos escuchado y hasta repetido muchas veces, pero no es lo mismo que vivirlo con certeza, como un punto de partida en nuestra vida. Debemos recordar que desde niños(as) creamos una identidad personal basada en el hecho de ser hombres o mujeres, en nuestra clase social, en fin, en el cúmulo de nuestras experiencias de vida. También, que vivimos en una sociedad que privilegia la posesión de bienes materiales, el estatus y el poder sobre el desarrollo de virtudes tales como la compasión, la tolerancia, el respeto y la solidaridad. Cuando llegamos al punto de identificarnos con la parte material de nuestro ser, y a creer que eso es todo lo que somos, empezamos a experimentar sus consecuencias: vacío, aburrimiento y sentimientos de falta de sentido de nuestra vida, entre otros.

Esta perspectiva psicológica dice que no podemos llegar a convertirnos en seres completos si no nos abrimos a ese componente espiritual, dándole el lugar adecuado en nuestras vidas.  Muchos místicos cristianos han dicho que desde lo espiritual es que somos capaces de distinguir lo pasajero de lo trascendental, lo trivial de lo importante, de vivir de forma armónica, con sentido y dignidad. También, de tomar conciencia sobre el por qué y para qué estamos aquí. Implica un mejoramiento en nuestra calidad de vida fundamentado en un cambio en nuestro sistema de valores, lo que hace que desarrollemos actitudes amorosas y respetuosas hacia nosotros(as) mismos(as) y hacia todo lo que nos rodea. En una época en que la racionalidad no ha bastado para detener el curso destructivo de la humanidad, la vuelta hacia la búsqueda de lo trascendental aún sigue siendo válida y esperanzadora.