Disminución de las relaciones sexuales

• En relaciones de pareja

Disminución en frecuencia sexual no siempre es negativa

• Al cabo de algunos años es común que las parejas disminuyan la frecuencia de sus encuentros sexuales, lo cual puede deberse a que disfrutan de la relación de otras maneras

Angie López Arias
alopez@prensalibre.co.cr
Foto: Photos.com

Cuando las parejas inician sus relaciones es normal que los encuentros sexuales sean muy constantes, sin embargo, al cabo de algunos años de mantenerse juntos puede que la situación cambie y la vida sexual se vuelva más infrecuente y aunque esto suele verse como algo negativo, no siempre es así.

Con el pasar de los años, el vínculo de las parejas se fortalece, por lo que los intereses van cambiando y a pesar de que siguen manteniendo relaciones sexuales ya éstas no son el centro de la relación sino que se complementan con otros ámbitos, lo cual permite una compenetración mayor.

Y es que las parejas aprenden a disfrutar de otras actividades y llegan a conocer más a fondo otras áreas de sus vidas por lo que el sexo, si bien es cierto no deja de ser importante, ya no es la prioridad y se convierte en una parte de todo lo que abarca realmente una relación de pareja.

Deseo

El director del Instituto Cognitivo Conductual, Galo Guerra, comentó que cuando dos personas se conocen sienten mucha tensión sexual pues es una etapa donde hay mucho deseo y atracción física, por lo cual se busca el contacto físico como los besos, caricias y abrazos.

“Los primeros seis meses son como una luna de miel porque las parejas tienen sexo con frecuencia. Después de ese tiempo como solo había atracción física lo que comenzó con, por ejemplo, cuatro actos sexuales disminuyen a dos o tres por semana, lo cual no está mal, está normal porque la frecuencia sexual tiende a disminuir con el paso del tiempo”, explicó Guerra.

Según dijo, las personas piensan que esta situación es negativa porque se pierde la pasión entre la pareja, esto puede llevar a que alguno de los miembros crea que el amor murió o que hay una tercera persona con quien la pareja está siendo infiel, cuando en realidad no siempre es así.

“Muchas veces ni se dejaron de querer ni hay otra persona, es solo que el sexo no es lo más importante en la relación porque se disfruta de otras cosas como salir a pasear, ir al cine, compartir más, otras áreas de la vida resultan más interesantes. La disminución en la frecuencia sexual no siempre es mala, es que aprecian más la compañía del otro”, agregó.

Disfrute

Guerra manifestó que conforme pasan los años se tienen bajas pero también picos altos en la sexualidad, van a haber épocas en las que tengan más relaciones sexuales y otras que no, esto es porque hay atracciones de otro tipo como la intelectual porque se conoce más a la pareja.

“Puede que haya una época alta donde tengan más de tres actos sexuales por semana, otras que no, ya no hay tanta atracción física y eso no es malo porque hay atracción intelectual, de la compañía de la pareja, le atrae conversar o hacer otras actividades”, afirmó.

“La sexualidad es apenas una de las 10 áreas que tiene que desarrollar una pareja. Es importante porque es un momento de comunicación íntimo y cercano, pero ambos deben sentirse bien con lo que hace, es nuestra sexualidad”, añadió el psicólogo.

Problemas

Aunque no en todos los casos se debe a una situación negativa, en algunos una baja en la frecuencia de las relaciones sexuales sí puede deberse a problemas dentro de la relación de pareja como resentimientos, infidelidades, estrés, entre otros; también hay causas orgánicas que influyen.

El psicólogo Erick Quesada indicó que cuando la vida sexual se vuelve predecible y el sexo ya no genera deseo y pasión es mejor que la pareja converse y sea honesta, es recomendable que hablen sobre lo que sienten para, de ser el caso, aplicar medidas a fin de que el panorama cambie.

“La vida sexual se debe ir renovando, se debe experimentar y permitirse descubrir cosas nuevas, si no la relación se vuelve monótona. La sexualidad en la pareja es muy importante porque es en ese plano donde se juegan las emociones y donde se expresan sentimientos, es un indicador de cómo está la relación”, argumentó Quesada.

Roces

Quesada recalcó que cuando hay problemas en la sexualidad, la relación puede verse afectada, de ahí que sea tan importante no guardar nada, en ocasiones las personas obvian esos temas, lo cual hace que la situación empeore, por lo tanto lo ideal es sincerarse y tratar de mejorar.

“A nivel de relación de pareja hay conflictos, reclamos, resentimientos. El enamoramiento pasa pero la ilusión debe mantenerse viva todo el tiempo que la pareja esté junta. Es necesario contar con un espacio para poder hablar de esos temas en el lugar y momento indicados”, agregó.

El especialista aseveró que si los problemas continúan es conveniente buscar ayuda con un profesional pues así les pueden guiar a hallar solución a sus dificultades, para que puedan así tener una vida de pareja plena y satisfactoria en todo sentido.

Tomado de www.prensalibre.co.cr

 

Adicción al sexo

Adicción al sexo

 

     La adicción al sexo es de las adicciones que más se niegan y  esconden en la actualidad. Se trata de una conducta compulsiva que lleva a la persona a realizar actos sexuales incluso sin desearlo verdaderamente, lo que deja como resultado una sensación de insatisfacción y vacío. La conducta adictiva inicia por lo general en la mente, a través de fantasías sexuales y pensamientos eróticos que frecuentemente se nutren de la pornografía. Luego, la persona experimenta la necesidad de hacer realidad esas fantasías,  por lo que es de esperar que inicie la búsqueda de aventuras sexuales. 

 

     El cuadro puede complicarse progresivamente al extremo de que la persona llega a tener encuentros sexuales con personas desconocidas o a pagar por favores sexuales y, en el peor de los casos, a cometer delitos como el incesto, el abuso sexual y la violación.  Dentro de las posibles causas de esta adicción se encuentran el abuso sexual, –sobre todo si se sufrió durante la infancia- las dificultades para establecer relaciones de intimidad y confianza con otras personas y un aprendizaje distorsionado de la sexualidad, en el que se ve reducida a la obtención de placer físico. Se ha visto que para estas personas la adicción al sexo se convierte en una válvula de escape, pues también presentan dificultades para enfrentar y resolver los problemas y situaciones propios de la vida cotidiana.

  

     La ayuda psicológica es sumamente útil para este tipo de adicción. El proceso de recuperación consiste básicamente en aprender a establecer relaciones de intimidad con la pareja, es decir, una relación caracterizada por la cercanía, la confianza y la transparencia. También, en otorgarle a la propia sexualidad un nuevo significado, desprovisto de los mitos y tabúes que por lo general esta encierra. Esto hace que el sexo deje de ser un medio esclavizante para lograr un equilibrio emocional transitorio y se convierta en un fin en sí mismo, en un acto que encierra una dimensión espiritual, la que se vive cuando dos personas son capaces de compenetrarse en el plano del respeto y del amor. 

 

 

     Les dejo con una frase para reflexionar: “El amor consiste en sentir que el ser sagrado tiembla dentro del ser querido”. Platón.

 

 

Masturbación

La masturbación es una expresión propia y natural de la sexualidad humana. A pesar de ello, giran en torno a ésta una serie de mitos y distorsiones, probablemente asociados a la prohibición que se ha hecho de la misma desde hace muchísimo tiempo, principalmente por parte de las instituciones religiosas.  Si bien dicha prohibición ha recaído sobre hombres y mujeres, encontramos algunas diferencias.

Dado que los hombres son “más sexuales” que las mujeres, es decir, que experimentan una “mayor necesidad sexual”, sigue siendo común escuchar decir que si alguien la practica demasiado puede volverse “loco”, debilitarse física y psicológicamente e incluso que a quien la practica le pueden salir pelos en la palma de la mano (lo que le delataría frente a los(as) demás sobre su “vicio secreto”).  Claro, estamos hablando de hombres adolescentes o solteros, puesto que “una vez que un hombre decide casarse ya no necesita más de masturbarse…” (sin duda otro tema tabú sobre el cual conversar largo y tendido).

En el caso de las mujeres, dado que se parte del estereotipo de que por su “naturaleza” experimentan menos deseo sexual,  la masturbación adquiere una dimensión moral: una adolescente o una mujer “respetable”  y “decente” no explora su cuerpo en búsqueda de placer, ni se apropia de su  sexualidad para ejercer control de la misma. En este sentido, es importante recordar que se nos ha enseñado que el responsable por el placer sexual de la mujer es el hombre.  Aunque de manera diferente según el sexo, lo cierto es que en ambos casos podemos encontrar sentimientos de vergüenza, culpa y miedo en torno a la masturbación.

Lo importante es tomar conciencia de que esta práctica no solo es totalmente natural, sino que también es necesaria para el debido autoconocimiento. La masturbación permite a la persona explorar y conocer sus propias capacidades y potenciales sensitivos, conocer mejor su cuerpo y la dimensión erótica de su personalidad: el sexo es, sin duda, una de las maneras más satisfactorias, e incluso trascendentales,  de expresarnos… Además, nos permite lograr una mayor intimidad y disfrute cuando compartimos sexualmente con otras personas.  No olvidemos que nuestro cuerpo nos pertenece, que es nuestro vehículo y que somos responsables de darle el mejor uso posible…

Disfunción eréctil

La disfunción eréctil es la incapacidad de obtener o mantener una erección el tiempo suficiente para lograr una relación sexual satisfactoria.  En la actualidad se calcula que afecta a más del 50 por ciento de los hombres entre los 40 y 70 años, y aproximadamente al 70 por ciento de los que sobrepasan los 70 años.  Las causas de la disfunción eréctil pueden ser clasificadas en dos grupos: orgánicas y psicológicas.  Las causas orgánicas y los factores de riesgo de padecer una disfunción eréctil incluyen problemas vasculares, diabetes, hipertensión, disturbios neurológicos como la esclerosis múltiple y el alcoholismo crónico. A estos se añaden un consumo importante de tabaco, traumas a nivel de pelvis y lesión de la columna vertebral, anomalías hormonales y otras condiciones médicas y quirúrgicas.  Por su parte, las causas psicológicas de la disfunción eréctil incluyen factores como el estrés, la ansiedad, la depresión y la relación con la pareja.

Asociados a estos, existen factores vinculados con la forma en que se construye la sexualidad masculina, la que por lo general contiene una serie de mitos y estereotipos. Entre estos encontramos que el hombre sexualmente potente es aquel que posee un pene grande, que siempre tiene deseo, que logra satisfacer plenamente a su pareja y que es capaz de pasar toda una noche teniendo relaciones sexuales, entre muchos otros. No son pocos los casos en que dichas ideas –que pueden generar múltiples inseguridades- se traducen en una carga psicológica tal que puede imposibilitar la erección. Tampoco debe descartarse experiencias traumáticas y conflictos no resueltos en torno a la sexualidad.

En resumen, la erección también depende de una respuesta psicológica apropiada a la estimulación sexual. Ambas causas, orgánicas y  psicológicas podrían presentarse juntas, por lo que es de suma importancia tomarlas en consideración a la hora de buscar ayuda profesional. A pesar de que la disfunción eréctil es tan común entre los hombres, se calcula que menos del 10 por ciento de quienes la sufren consultan con especialistas, una señal más de los enormes prejuicios y temores que, de forma oculta y silenciosa, se viven en la sexualidad masculina.