Por Dr. Erick Quesada R.
Hay que empezar por decir que la violencia en cualquiera de sus expresiones al interior de la pareja: física, psicológica, patrimonial o sexual, no debe aceptarse bajo ninguna circunstancia. Es probable que quien nos escribe siente que no tiene la fuerza para terminar la relación por causa del mismo maltrato psicológico que ha sufrido.
Es común observar, como parte del perfil de la persona agresora, que debiliten emocionalmente a su pareja al minimizar sus logros, criticarla en exceso, descalificarla y humillarla, entre otras acciones. Después de cierto tiempo, la persona agredida tiende a dudar de si lo que le dice su pareja es cierto, e incluso, algunas pueden incluso llegar a creerlo.
Lo mejor que se puede hacer en estos casos es buscar ayuda profesional. El proceso consiste básicamente en reconocer que se está siendo víctima de violencia, y determinar cuál ha sido el impacto de la misma en términos psicológicos. Uno de los objetivos principales es fortalecer la autoestima de la víctima, de tal forma que en algún momento sea capaz de ponerle fin a esa relación.
También es importante revisar el historial de relaciones de pareja con la finalidad de identificar eventuales patrones (en este caso vincularse con personas agresivas), y entender cuál es su origen; esto con la intención de no repetirlos. El respeto es sin duda uno de los pilares de las relaciones humanas, y claro, de las relaciones de pareja.
El maltrato atenta contra la dignidad de las personas, por eso no debemos permitirlo.
Publicado en Revista Gente 10