Desde el punto de vista jurídico constitucional, en aras de que todas las personas puedan disfrutar de los mismos derechos, es fundamental que empecemos por tener un Estado laico. Desde que un Estado asume una religión con un dogma patriarcal y heteronormativo, como en el caso de nuestro país, está destinado a ser un Estado que discrimine, lo que atenta contra una de sus razones esenciales de ser e implica el incumplimiento de numerosos tratados y convenciones internacionales que ha ratificado en pro de los derechos humanos de la ciudadanía. La religión debe estar fuera de la cosa pública.
El sistema educativo tiene el reto de educar para la convivencia en términos de respeto e igualdad. Esta materia es urgente desde hace muchos años en este país. Lejos de lo que se esperaría, las aulas de escuelas y colegios son espacios en los que nuestra niñez y adolescencia sufre de múltiples formas de maltrato y violencia. En términos de la construcción de una nueva ciudadanía, fundamentada en el respeto a los derechos y la dignidad de las personas, es básico abordar y desarticular los mecanismos que establecen relaciones de poder y opresión entre las mismas. Entre estos, la necesidad de imponer ideologías sobre otras, incluyendo las religiosas. Sin duda, esta labor educativa contribuirá a formar personas más inteligentes en todo sentido, más hábiles para vivir en sociedad y para incidir positivamente sobre ésta.
Otra gran tarea es reconocer el papel que cumplen la Iglesia Católica y las cristianas fundamentalistas. Como nunca antes, sus principios y valores patriarcales y sus mecanismos violentos de adoctrinamiento van quedando cada vez más al descubierto. Es importante avanzar en el estudio y la comprensión del impacto que sus discursos tienen sobre la vida de los seres humanos, como afectan su dignidad y sus derechos para luego instrumentalizar este conocimiento en estrategias para la promoción de una cultura de paz.
No se trata de oponerse a toda religiosidad o búsqueda espiritual, sino de una forma clara, objetiva y con conocimiento científico, evidenciar aquellas cuyos discursos promueven el odio y la opresión.