Egoísmo positivo
Por lo general, cuando escuchamos la palabra egoísmo, pensamos en su significado habitual: la actitud de anteponer los propios intereses, necesidades y deseos a los de los demás; aun por encima del bienestar o del bien común. Se le concibe como un defecto moral o como una señal de inmadurez, pues la persona tiene dificultades para pensar, sentir y actuar de forma solidaria, respetuosa y tolerante. De lo que poco se habla, es que existe otro tipo de egoísmo: el positivo.
A través de éste, la persona ha desarrollado la capacidad de identificar sus prioridades, necesidades y anhelos y de actuar en estricto apego a los mismos, mientras que se relaciona con quienes le rodean de forma flexible y comprensiva, haciendo uso de un diálogo negociador y conciliador. Aunque difícil de creer, esto no sólo es posible, sino que también sumamente sano.
El egoísta positivo ha aprendido que la mejor forma de transitar por la vida es siendo fiel a sus convicciones, vocaciones y pasiones; pues sabe que éstas son las mejores consejeras a la hora de tomar decisiones correctas, y de seguir el camino debido. Sabe que el mejor indicador de que está haciendo las cosas bien es la certeza que experimenta desde su interior; por lo que es poco común verle actuando y pensando como los demás para sentirse “normal” o uno más de los que están “en todas”.
Ha llegado a la conclusión de que lo que da verdadero sostén a la sensación de identidad y de autenticidad es el compromiso constante con lo que hace, con lo que por lo general se gana la vida. Como está más en contacto consigo mismo, con su propia humanidad, posee una mayor capacidad de establecer relaciones íntimas y solidarias con sus semejantes, así como de identificarse fácilmente con sus circunstancias – cualesquiera que estas sean- pues le resultarán muy familiares.
Una persona egoísta –del tipo egoísmo positivo- es capaz de ver más allá de lo aparente y de lo superficial, por lo que disfrutará de aquellos detalles y las señales que nos ofrece la cotidianidad, pero que solo pueden ser percibidos por quienes están deseosos de observarlos. Que diferente serían las cosas si todos fuéramos endiabladamente egoístas…